Defendiendo mi libertad.
José Luis Serrano
José Luis Serrano representa la esencia del artista mexicano que trasciende la adversidad.
De orígenes humildes y una familia fragmentada, encontró en el arte su escape y su destino. Durante sus años de estudiante en la Escuela Nacional de Artes Plásticas La Esmeralda, vivía en edificios abandonados y utilizaba el gabazo del café para pintar, ante la imposibilidad de comprar materiales. Su ingenio lo llevó a usar una llanta inflada como compresor de aire para el aerógrafo, demostrando que la creatividad florece incluso en las circunstancias más adversas.
1968 marcó un punto decisivo en su vida. Mientras buscaba a su padre desconocido en Jalisco, el destino lo salvó de la trágica matanza de Tlatelolco, donde varios de sus compañeros perdieron la vida. Al regresar, se encontró con un México transformado y una escuela distinta. Su rebeldía creativa alcanzó su cúspide cuando, en lugar de presentar un examen final, tapizó el salón con sus obras, un acto que los catedráticos reconocieron como una obra en sí misma, otorgándole su título como Pintor Nocturno.
El reconocimiento llegó cuando Francisco Toledo lo descubrió y recomendó a la prestigiosa Galería Juan Martín, la más importante de Latinoamérica. Su éxito fue inmediato, vendiendo toda su obra y comenzando a exponer en los espacios más importantes de México y Estados Unidos. En sus veintes, ya exponía en el Museo de Arte Moderno de la Ciudad de México y convivía con los grandes maestros del arte mexicano: Arnaldo Coen, Miguel Castro Leñero, Irma Palacios, José Luis Cuevas, Vicente Rojo, Juan Soriano, Rufino Tamayo y Manuel Felguérez.
Siempre crítico del elitismo en el arte, Serrano desarrolló y patentó la Silicografía, que más tarde evolucionaría a la Murografía, técnicas que permitirían que cualquier persona pudiera tener acceso a una obra de arte única. Este compromiso con la democratización del arte le valió la expulsión de la Casa Mexicana de la Plástica, pero también el reconocimiento de empresas como American Express.
Hace 35 años, Serrano decidió exiliarse del mundo del arte comercial, construyendo un estudio para crear a puerta cerrada, sin la presión de vender. Hoy, nos presenta la obra de toda su vida: una colección que sigue creciendo gracias a su incansable capacidad creativa.
Su historia es un testimonio de que el verdadero arte nace de la necesidad de expresión y de la convicción de que la belleza debe ser accesible para todos. El Maestro Serrano continúa pintando y creando, expandiendo los límites de su arte y de nuestra comprensión de lo posible.